miércoles, 18 de julio de 2012

Un día para no olvidar

Martes 17/07/12. Goodwick - Trefin. 29 km recorridos. Tiempo ruta: 9h 52m.

Madre mía, no sé ni por dónde empezar hoy. Ha sido una mezcla de gozo y disfrute en su máxima dimensión, pero también he pasado por malos momentos y he sufrido de nuevo bastante, no sólo físicamente, sino por primera vez emocionalmente. Ha sido una continua montaña rusa de sentimientos que cambiaban casi tanto como la dirección del viento. Definitivamente estas casi diez horas serán para no olvidar en mucho tiempo, pero como siempre, el balance con el que me quedo es muy positivo, y ya va quedando menos para cumplir el reto.

He salido de Goodwick alrededor de las 9:15. Ya se veía claramente que el sol no iba a hacer acto de presencia, pero al menos no llovía. Justo a 50 metros del B&B había una pequeña tienda local, adonde me he dirigido nada más salir. Me ha atendido una mujer mayor - tremendamente divertida -, y me he aprovisionado de plátanos, naranjas, unos hojaldres rellenos de manzana y dos litros de bebida energética. Si el mapa no mentía, hoy no había ningún lugar en la ruta para poder parar a comer algo, así que había que llenar bien la mochila de provisiones. Como consecuencia de ello, mi "equipaje" hoy pesaba mucho más que habitualmente, unos dos kilos a mayores, o quizás más por el peso de la ropa mojada que llevaba dentro, y os aseguro que cada kilo adicional el cuerpo lo nota una barbaridad. Vaya si lo nota.

Pues cargado hasta arriba me he puesto en marcha, y a poco de salir he pedido a un buen hombre que me hiciera una foto, y ahora que la vuelvo a ver creo que guardo un cierto parecido a un monumento italiano que está algo inclinado...



La jornada ha continuado como siempre, subiendo y bajando por el auténtico rompepiernas que es el camino de la costa, divisando como en los días anteriores paisajes espectaculares. No me cansaré de decirlo, nunca había visto nada igual, al menos no durante tantísimos kilómetros, sin presencia humana, sin casas, sin carreteras, naturaleza salvaje en estado puro.
Calas, cuevas, islas, acantilados... Y sigo llevándome sorpresas, aunque insisto en que las fotos de móvil no hacen justicia (otra cosa será cuando una vez en casa descargue las fotos de la cámara...).



Pero el sol seguía sin salir, y lo que es mucho peor, el viento ha seguido azotando con muchísima fuerza hoy también, y he de reconocer que en algunos momentos se hace insoportable, incluso duele. El dios Eolo me está haciendo la vida imposible. De verdad, sopla demasiado, así que esperemos que se vaya unos días de vacaciones. Además, por si fuera poco, hoy ha bajado una bruma durante casi todo el recorrido que ha hecho aún más difícil la ruta, y que según avanzaba se hacía cada vez más espesa y húmeda. El caso es que aunque llevo dos días sin ver el sol, mi cara esta noche, mirándome al espejo, está completamente roja, abrasada. No sé si es un efecto del viento, pero en Benidorm seguro que no hubiera cogido más color.

Entre la bruma y el viento, he llegado a un pequeño monumento que conmemora la última vez que Gran Bretaña fue invadida, en 1797, curiosamente por los franceses. Os dejo una foto. Digo yo que si no tendrían nuestro vecinos una zona mejor para desembarcar en el país, porque no quiero ni pensar lo mal que lo tuvieron que pasar estos chicos para subir estos acantilados. Lo que no sé es por qué perdieron, si en 100 kilómetros sólo habrían tenido que conquistar seis casas... En cualquier caso espero que trajeran de Francia los alojamientos reservados antes de la invasión porque esta zona esta muy demandada. ;)



He seguido caminando, y de repente, unos extraños sonidos han llamado mi atención. Me cuesta mucho definirlos, pero eran como una mezcla entre el rugido de un león y el aullido de un lobo, y venían directamente de varias rocas en el mar junto al acantilado. Sí, allí estaban. Por primera vez en la ruta me encontraba con focas grises, de un tamaño realmente descomunal, mucho más grande de lo que yo pensaba. Desde arriba del acantilado he podido observarlas durante varios minutos. Apenas eran cuatro o cinco, y dos de ellas peleaban por el puesto en una roca, lo que provocaba esos tremendos "rugidos" de batalla, y que aumentados por la sonoridad y eco que producen las impresionantes paredes verticales de esta zona, me han hecho realmente estremecer ante tan increíble espectáculo.

Ha sido un momento muy especial. Realmente especial. Pero aquí no ha acabado. Ya os digo que ha sido un día de contrastes. Poco después he llegado a una de esas playas hasta las que se puede descender desde las rocas, y me ha parecido un lugar perfecto para comer. Por supuesto sólo, ya que hasta este punto, y tras más de tres horas de marcha, seguía sin encontrarme con nadie. O eso pensaba yo, porque a escasos 50 metros de mi, han aparecido de nuevo un par de focas grises en el agua para hacerme compañía. Qué maravilla. Me he quedado extasiado viendo cómo asomaban una y otra vez sus cabezas fuera del agua para observar quién era aquél intruso que entraba en sus dominios. No han llegado a salir del agua, como es lógico, pero ha sido sin duda el mejor momento del día. Nunca pensé poder verlas tan de cerca. He intentado sacar alguna foto, pero finalmente no han querido posar... :(



En las siguientes dos horas he llegado hasta un faro, posiblemente de los más hermosos que haya visto nunca. De nuevo la foto no hace ni la más mínima justicia. El faro está en una isla separada unos pocos metros de la costa, y está unido al islote por una pequeña pasarela metálica. Hay una diminuta carretera que llega hasta ese lugar desde el interior, y es por ello que he podido por fin encontrarme con gente y mantener algunas conversaciones, que falta me hacían ya.



Entre el faro y la siguiente hora de caminata me he cruzado al menos con cuatro parejas y he podido charlar animadamente algunos ratos, aunque siempre breves ya que todos hacían la ruta en sentido contrario. Esto me ha levantado mucho el ánimo, y ha hecho que me olvidara por un instante del maldito viento. Las conversaciones han sido banales, pero divertidas en todo caso, incluso una pareja británica llevaba un logo del Camino de Santiago que ha hecho, cómo no, que todo nuestro breve encuentro girara en torno a este tema. Otra pareja de holandeses ha hecho que me riera un buen rato. El chico era como un actor del club de la comedia, y a veces no sabía si estaba actuando o realmente hablando con naturalidad. En cualquier caso ha sido muy divertido y me ha hecho irme con una gran sonrisa en la cara. Han seguido un par de encuentros más, todos realmente agradables, aunque por desgracia siempre más cortos de lo que hubiera deseado.

Pero la alegría duraría poco. La bruma, cada vez más espesa, hacía imposible por momentos ver incluso el mar, siempre junto al sendero. Llegado a un punto, no he alcanzado a ver bien el camino y he empezado a dudar. Como decía, la persistente bruma que ya se había convertido en niebla tampoco ayudaba, y he pasado los primeros nervios del camino. Me he sentido desorientado y una enorme sensación de desasosiego me ha invadido por unos instantes. La verdad es que lo he pasado mal. Después de cinco horas y agotado, no era precisamente el mejor momento para perderse. Finalmente, y tras respirar profundo unas cuantas veces, me he tranquilizado y he retomado la ruta, sin saber con precisión si tomaba el camino correcto, pero sí al menos con certeza de saber que el momento de pánico lo había controlado.

Hora y media después he cometido un error tonto, muy tonto, de esos que te desmoralizan. Había llegado a una zona donde tenía que pasar a la siguiente página del plano. Sin problema. He cogido el plano, y me ha sorprendido agradablemente ver que estaba tan sólo a unos veinte minutos de mi destino final. Según el mapa, sólo debía coger un pequeño sendero a la izquierda pasada una playa, y eso es lo que he hecho. Animado por las ganas a llegar, esos veinte minutos se han convertido en quince hasta alcanzar una enorme granja llamado Velindre. Creo que me voy a acordar de esta granja durante mucho tiempo. A los cinco minutos ha aparecido un hombre, y tras preguntarle si aquello era Trefin, me ha mirado con cara asustada y me ha dicho que Trefin estaba todavía a una hora y media o quizás dos por la costa. Yo, con el mapa en la mano le he dicho que eso era imposible, que tenía que ser Trefin. El granjero ha tomado mi mapa, y de repente, antes de que él lo viera, me he dado cuenta del enorme error que yo había cometido. Una de las páginas se había quedado pegada por la humedad, y de golpe había pasado de la página 3 a la 5, desapareciendo como por arte de magia esas dos horas adicionales de marcha. No os podéis imaginar mi cara. Es difícil expresar la combinación de rabia, impotencia y frustración que he sentido.

No ha sido fácil ponerme en marcha de nuevo, desandar los veinte minutos de nuevo hasta la costa, y retomar el camino original. Pero no quedaba otro remedio, así que las últimas dos horas han trascurrido como si fuera un auténtico robot, sin más sentimientos que el de arribar a Trefin, esta vez sin prestar atención ni al paisaje, ni al clima, ni a ningún otro aspecto que no fuera llegar al final de la etapa.

De todas formas, amigos, aunque suene duro, os aseguro que la parte positiva compensa con creces la negativa, y que las alegrías y sorpresas compensan hasta ahora con creces los disgustos y malos momentos, aunque a veces por mi tono pueda parecer lo contrario. En serio, está siendo una experiencia personal formidable en todos los sentidos.

Os dejo ya. No os olvidéis de sonreír.

Hoy envío un beso muy muy especial a mis padres, mi hermano y a mi chica magiar.

4 comentarios:

  1. Ánimo Jim. Como dices, ya queda menos y eso hace que las energías vayan a más en vez de menos.

    El problema de las páginas ha sido menor que si te hubieras perdido. Piensa siempre lo positivo.

    Como dice tu hermano, me emociona leer a diario tu aventura. Reconozco que también me preocupa. Pero sé como eres y tu espíritu de superación seguro que puede con todo.

    Espero con ansia viva, tu siguiente crónica.

    Un abrazo.

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    1. La fuerza no proviene sólo de la capacidad física sino de la voluntad indomable...

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  2. Gracias de nuevo hermano por hacerme sentir lo que tu estas viviendo y volverme a emocinar.....GRANDE....MUY GRANDE....SIEMPRE

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  3. Isra eres un valiente!!!!!!!!! Sigue, animo, tú puedes. Me estas haciendo reir y llorar con tú viaje. Gracias

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