domingo, 22 de julio de 2012

Menos mal que estaba Paul

Sábado 21/07/12. Etapa 7. Broad Haven - Dale. 32,5 km recorridos. Tiempo ruta: 9h 02m.

Larga, muy larga, larguísima jornada. Por momentos se me ha hecho interminable, y por si fuera poco, me he quemado cara, cuello y brazos con el sol. ¿Quería sol?, pues ¡toma sol!. Sí, ya sé lo que pensáis, pero es que la crema protectora con el sudor se me va a los cinco minutos porque ya os dije que yo no sudo, chorreo, pero no os preocupéis (esto va por tí mamá) que me he comprado nivea hidratante para después de las caminatas. No creo que impida que se me caiga la piel a tiras (cosa que ya está ocurriendo esta mañana), pero al menos me calma bastante el escozor.

Hoy reconozco que estoy muy cansado y no tengo muchas ganas de escribir. Qué le vamos a hacer amigos, prefiero ser honesto, así que la crónica puede sonar un poco anodina, pero allá vamos.

Quería comenzar comentando que hay una barrera  psicológica que hay que cruzar en estas etapas largas, o al menos me ocurre a mí, que está habitualmente alrededor de las cinco horas. En ese momento, siempre me vengo un poco abajo. Miro el reloj y me pregunto cómo es posible que aún me queden otras tres o cuatro horas. Finalmente, siempre supero este bajón moral, porque sino no estaría escribiendo esto, pero es inevitable pasar por este punto de incertidumbre en el que se pasa realmente mal.

Como os digo, me he repuesto, como de costumbre, y cuando llevaba seis horas y pico, he pasado literalmente a diez minutos de mi alojamiento. Este camino es así. El pueblecito de Dale se encuentra en la parte estrecha de una península, y pasas justo a 400 metros del lado oeste del pueblo descendiendo la ruta de la costa en dirección sur, para después de casi otras tres horas llegar al mismo destino subiendo hacia el norte por el lado este. Podría haber hecho trampas, al fin y al cabo nadie me obliga a hacer toda la ruta, pero he decidido continuar. No tengo dudas. Si en algún momento no puedo seguir por razones físicas, atajaré, cogeré un bus, pararé... pero para eso tendré que estar muy jodido, y de momento solo estoy... bastante jodido, por lo que todavía me queda algo de gasolina.



Mi mayor problema hasta ahora lo he tenido en la anterior jornada y lo he seguido sufriendo hoy. Ampollas. Sí, algo bastante poco habitual en mis pies. Ya llevaba algunos días sintiéndo molestias, pero ayer llegué cojeando ostensiblemente con una enorme ampolla en el pie derecho completamente llena de sangre y de líquido, y otra en el izquierdo aunque de menor tamaño pero igual de dolorosa, así que era urgente pincharla como fuera e intentar vaciarla y secarla para poder continuar los siguientes días. No están en los dedos, ahí tengo otros problemas, sino en la planta del pie, exactamente con la parte con la que el pie hace el último impulso para dar el siguiente paso.

Voy a hacer un inciso para contaros mi experiencia ayer tarde con los "vigilantes de la playa" con el tema de las ampollas. Como tenían un puesto allí cerca de mi alojamiento, fue lo primero que se me ocurrió. Había tres chavales muy rubitos, muy uniformados, muy preparados... Lo primero que hice fue explicarles el problema y pedir una simple aguja. Uy, uy, uy, malas caras. Tras hablarlo entre ellos como si fuera el cónclave para elegir al Papa, uno de ellos salió de la caseta con unas... ¡¡¡tijeras!!! Y además eran malísimas, y lo peor, es que me las entregaron para que lo hiciera yo mismo, ya que ellos sólo estaban autorizados como mucho a ponerme la tirita una vez que yo me hubiese reventado la ampolla. Os juro que es la transcripción literal de la situación. En fin, como os podéis imaginar, no pude hacer nada con las tijeras, pero claro, el espectáculo de los "baywatchers" no había acabado todavía. Antes de irme - igual que había venido - me dieron un último consejo, y me dijeron que fuera a una tienda de pescadores donde vendieran... ¡¡¡anzuelos para pescar!!!. De película. Al final, en el B&B, me dejaron lo que pudieron. No tenían aguja, que siempre es lo mejor, pero sí una navaja suiza, que al menos estaba bien afilada, y pude finalmente hacer una pequeña incisión para evacuar todo el líquido. Después de extraer todo lo que pude, dejé el pie al sol una hora para secar la ampolla. Hoy he ido un poco mejor, pero no está curada del todo y el dolor de nuevo va a más según pasan las horas. Esperemos al menos que no vaya a mucho más, no sea que la próxima vez me digan que pruebe con una taladradora con broca para ladrillos...

Pues eso, al final he llegado, con una cojera más que evidente, a Dale, un pequeñisimo pueblo junto a una pequeña bahía.



Allí he llegado tras más de nueve horas. Agotado y con el pie muy dolorido me he dado como siempre una larguísima ducha y me he tumbado un rato en la cama a escribir antes de ir a cenar. Las duchas que me doy cada día al llegar a mis alojamientos no bajan nunca de los 15 minutos. Yo, acostumbrado a no estar más de 2 o 3 minutos en casa, aquí a veces incluso me siento en el suelo de la ducha y me quedo medio dormido bajo la lluvia de agua caliente. Es sin duda, el mejor momento del día.

Poco antes de las 8 de la tarde me he dirigido al único pub local a cenar, que está justo junto al puerto donde amarran unas cuantas embarcaciones pequeñas.



Para mi sorpresa, había un cierto ambiente festivo. Hasta ahora, aunque he cenado en muchos pubs locales, y siempre estando solo, nunca me he sentido fuera de lugar. Esta vez, desgraciadamente sí. Hecho polvo y con ganas de sentarme tranquilamente a cenar me he encontrado con varias docenas de personas bebiendo (cómo no) cerceza junto al muelle, música, y unos cuantos chavales un poco borrachos.



La verdad es que estaba completamente fuera de juego, hasta que afortunadamente ha llegado Paul. Me ha llamado la atención porque estaba también apoyado en el muro junto al muelle, pero estaba solo con su pinta de cerveza. No hemos tardado mucho en iniciar una conversación. ¡Qué gran tipo! No creo que supere los 55, pelo blanco, ojos azules, 1,80 y sonrisa de buen tipo. Me contó que ya está jubilado desde el año pasado. No he preguntado las razones de tan pronta jubilación, pero es evidente que no le tocaba. Sí me contó que trabajaba como maquinista en el tren que lleva de Swansea a Paddington, que curiosamente es el que yo voy a coger dentro de unos días. Coincidencias de la vida.

Ha llegado hasta Dale en un pequeño bote (nada que ver con el Lynne del que os hablé días atrás) desde Swansea para pasar un par de días tranquilo. Ha sido una charla muy animada y muy interesante. El año pasado, tras su divorcio, se fue a recorrer sudamérica durante 5 meses. En ese tiempo estuvo principalmente en Colombia, Ecuador y Perú, aunque también recorrió la cuenca del Amazonas. Dice que le trataron de maravilla y que volvió enamorado completamente de la cultura sudamericana y su mezcla e influencia con la cultura española heredada. Eso sí, nada de lujos, todo de manera bastante humilde. No tiene pinta Paul precisamente de ricachón. El caso es que dice que el viaje le ha cambiado mucho, y lo que son las cosas, al volver a Swansea, y a los pocos días, conoció a la que hoy es su novia. Estaba en un pub local, manteniendo una conversación en un pub sobre la parte de su viaje en la que estuvo en Brasil, y había una chica brasileña cerca que se interesó lógicamente por el tema. El resto, pues ya sabeis, una cosa lleva a la otra... y ahora están juntos. Seguramente si no hubiera hecho el viaje, no la hubiera conocido. Y es que decía Albert Eisntein que para obtener resultados diferentes hay que hacer cosas distintas...

Paul me ha invitado a un par de cervezas, y me ha hecho pasar una tarde muy agradable, que estaba destinada a ser un poco incómoda para mí. A las ocho y media, nos hemos despedido porque yo tenía que cenar y el volvía a su bote. Ha sido un apretón de manos fuerte, honesto y reconfortante. Su sonrisa, insisto, decía algo bueno de él. Muy bueno.

Finalmente, en el pub me han dicho que la cocina ya estaba cerrada (a las 20:35!!!!!) y solo han podido hacerme unas patatas. Menos es nada...



Pues nada más, estoy roto, así que os dejo con el cartel que cuelga encima de la entrada de mi habitación.



Sed buenos. Sed felices.

6 comentarios:

  1. Como andamos brother...nunca mejor dicho...recuperate pronto y sigue disfrutando de tu aventura y haciendonos participes de ella...un beso

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  2. Ánimo amigo. Me imagino que el cansancio y las ampollas te dejen pocas ganas para nada. Pero no te vengas abajo, ya sabías que no sería un paseo sencillo.

    Cuando intenten la crema-cemento para el sol, ese será un gran día para ti jejeje.

    PD: yo para las ampollas, me atravieso con una aguja e hijo la ampolla y dejo entró el hilo para que absorba el líquido que queda en el interior.

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  3. Estimado W@nder-boy,

    Ahora es el momento se hacer honor a tu nombre. Ya sabes lo que dicen los americanos: "No pain, no gain"

    Avanti e forza !!!

    Tú puedes.

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  4. pero .......donde estan las fotos de los baywatchers ???
    Mixta

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    1. Mixta, no estás en condiciones de ver fotos de baywatchers rubios, musculosos y guapos... Emociones las justas. ;)))

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