jueves, 12 de julio de 2012

En busca del Dragón Rojo

La cuenta atrás ha llegado por fin a cero, y si no hay ninguna causa de fuerza mayor, mañana viernes, primer día de mis vacaciones, partiré rumbo a Gales. Así pues, señoras y señores, abróchense los cinturones y prepárense a disfrutar de esta experiencia única a través de este blog. Mi mochila y yo nos disponemos a emprender rumbo, por un par de semanas, al país del Y Ddraig Goch, el dragón rojo que ondea con fuerza grabado sobre la bandera verde y blanca de este país.

Me pregunto si no os sucederá lo mismo, pero el caso es que me encantan estos singulares nombres galeses: Y Ddraig Goch. Suena mucho mejor, o al menos más interesante que El Dragón Rojo, ¿verdad? Ciertamente, como ya dije hace unos días, lo leo y me parece estar delante de una lengua perdida, quizás usada sólo en alguna tierra recóndita y habitada únicamente por extraños seres y míticas criaturas (vale, es probable que haya visto demasiados capítulos de Juego de Tronos el fin de semana…). En fin, me temo que quizás esta lengua suene mejor escrita que hablada, pero en cualquier caso espero tener la oportunidad de poder experimentarlo y contarlo, cómo no, en este blog.




Divagaciones y reflexiones tontas aparte, puedo deciros que los últimos días han sido una mezcla de excitación, nervios y preocupación. Todos los sentimientos están ahora mismo entremezclados sin orden ni concierto esperando el pistoletazo de salida de esta bonita aventura, que como más adelante os contaré, se ha convertido además, en el último momento, en una acción solidaria. Son ya varios días durmiendo mal, algo que tampoco es tan extraño en mí, pero que en las últimas noches se ha ido acentuado exponencialmente. Por fin, este reto personal está a punto de empezar, y no sé si me pone más nervioso pensar en los doce días caminando los 300km de costa que tengo por delante, o recordar cada minuto que me he comprometido a escribir todos los días mis “hazañas” por las tierras del dragón rojo.

De todas formas, antes de comenzar a caminar me esperan dos largos días de viaje hasta llegar a mi destino, St Dogmaels, donde ya dormiré en un Bed & Breakfast justo al lado del comienzo de la ruta. Mañana, para empezar, un tren a Madrid, un avión a Stansted, desde allí otro tren a Londres, metro hasta la estación de Paddington y la primera noche en un hostal a escasos metros de la estación. Y al día siguiente, el sábado, casi cuatro horas de tren (mis habilidades deductivas me hacen pensar que no es precisamente el tren bala…) hasta Carmarthen, ya por fin en algún lugar recóndito de Gales, para después tomar un autobús local que me conducirá durante algo más de una hora a Cardigan, desde donde ya tan sólo hay tres kilómetros – que evidentemente haré andando, qué remedio – hasta el primer alojamiento en la ruta en St Dogmaels. La verdad, visto así, creo hubiera llegado mucho antes a Vietnam…

Creo tener todo listo y preparado, y si no es así, pues mal vamos, porque ya es un poco tarde para rectificar. Desde hace dos días observo encima de la cama, metódicamente ordenado y uno por uno, toda la parafernalia de aventurero de ciudad que llevaré en la mochila durante mi recorrido.





Ahí están las cinco camisetas transpirables (un cuento chino para los que sudamos cataratas…), tres de ellas de manga corta y dos de larga, tres mudas y tres calcetines antiampollas, que en ocasiones anteriores han cumplido su cometido al pie de la letra. Esta provisión tan justa de ropa hace obligatorio lavar casi a diario las prendas usadas en el día, si no se quiere acabar oliendo a “tachún” de peregrino. Y digo “casi” a diario porque irremediablemente llegará algún día en el que el cansancio y la pereza me puedan, y… En fin, el resto os lo imagináis. Por supuesto, además de lavarla, hay que colgarla en la habitación para que se seque. Para ambas tareas, me llevo un buen pedazo de jabón Lagarto, sí, de esos que usaban nuestras abuelas, y una cuerda fina de cuatro metros. Este año me niego a colgar de nuevo la ropa de los cargadores de móvil atados por los extremos que usé el año pasado en Escocia. Funciona, sí, pero además de la complejidad técnica que encierra esta eficaz chapuza (muy al estilo español), al tercer día el cable del cargador empieza a parecer un yoyo que ya quisieran muchos profesionales de este arte.

También llevo la indumentaria impermeable para las posibles lluvias. Me temo que Gales no tiene precisamente el mismo clima que Torremolinos o Benidorm. Ya sería raro no padecer alguna lluvia durante los días de caminata, así que en previsión, me llevo un pantalón talla tropecientasXL para en caso de un chubasco repentino poder ponérmelo de emergencia encima del que lleve diariamente, y además, y muy útil, la cubremochila, porque no hay nada peor que todo el contenido de la mochila se moje. Os aseguro por experiencia que es tremendamente desagradable. Además, un forro polar impermeable - también negro - que además de la lluvia me protegerá también del frío por las mañanas, y que junto con el resto de la indumentaria negra que llevo, tengo mis dudas si no me confundirán con el protagonista de Águila Roja pero venido a menos…

El toque hawaiano lo pone un bañador – con palmeras, por supuesto – porque aunque la temperatura máxima no espero que alcance más de 18 o 19 grados, quizás me anime a darme un buen baño en cualquier de las muchas e increíbles playas con las que me voy a ir encontrando por el camino. O quien sabe, lo mismo acabo aprendiendo a hacer surf…

He añadido a última hora unas "chanclas de senderismo". Las llamo así porque no tengo ni la más remota idea de cómo se denomina a este tipo de calzado que ni son exactamente chanclas, ni calzado de trekking, y que lo mismo le valen al turista alemán para combinar con preciosos y radientes calcetines blancos en su ruta cervecera, que al senderista para descansar de vez en cuando un poquito de las pesadas botas.

Cuento también con una toalla (de esas que ya sabéis donde venden…) extremadamente ligera, y que está hecha de nosequé material que aunque me resulta muy desagradable al tacto, cumple su función y seca (y se seca) a una velocidad pasmosa. Reconozco que me he pensado lo de la toalla. Al fin y al cabo estoy seguro que todos los B&B tienen su juego de toallas, pero, volviendo al párrafo anterior, si me encuentro una buena playa y tengo el valor suficiente, es posible que me haga falta, porque secarse al aire “fresco” galés es una opción que no contemplo de ninguna de las maneras.

Después viene todo el pequeño material de aseo y varios pares de lentillas (al menos dos pares por día para asegurarme que nada falla). Las gafas también van en la mochila, por si me dan algún susto los ojos y me resulta imposible ponerme las lentillas - que no sería la primera vez -. Y es que sin lentillas, o sin gafas, me temo que se acabaría mi aventura en Gales y me tendría que volver a casita, salvo que me dedicara a la lectura de un libro durante doce días, única actividad que sin ayuda óptica me temo que sería capaz de hacer.
Por supuesto, entre los objetos pequeños incluyo el tubito de vaselina (¿he oído algún comentario sarcástico?), imprescindible para cubrir con ella los dedos de los pies todas las mañanas antes de cada etapa, y evitar así el roce entre los dedillos y por ende, las temidas y temibles ampollas del caminante. Esto no quiere decir que no vaya a tener ampollas, pero por experiencia sé que algo ayuda.
No podían faltar tampoco los tapones en los oídos. Esto es un auténtico clásico de mi equipaje que, sinceramente, espero no tener que usar. Atrás quedaron ya los días del Camino de Santiago soportando en albergues los ronquidos multitudinarios y en Dolby Surround Prologic que atronaban en las literas por las noches. Si las cosas transcurren como el año pasado por rutas escocesas, espero que los alojamientos sean un remanso de paz y tranquilidad donde lo máximo que escuche sea el tictac de algún reloj (algo que por otra parte me sacaría de quicio…). Pero por si acaso, me los llevo.
Qué decir de mis amigas las aspirinas. Siempre omnipresentes igualmente en todos mis viajes. Quizás sea ya únicamente efecto placebo, pero os aseguro que me siento mucho más cómodo y tranquilo sabiendo que las tengo ahí a mano.

Y no podían faltar por último ni el mapa ni el libro oficial de la ruta que compre por Internet hace ya varios meses, y que estoy seguro que me resultarán en algún caso prácticamente imprescindibles (al menos el mapa, porque del libro no me acabo de fiar), para saber donde estoy, y sobre todo, cuánto me queda en cada momento para llegar al destino final de cada etapa. El año pasado consulte tanto los mapas para ver a qué distancia estaba que al segundo día los pergaminos del British Museum tenían mejor aspecto. Y es que hay días que se hacen interminables…

Vale, vale, lo habéis visto en la foto y estábais impacientes porque nombrara el tradicional y siempre necesario... ¡¡¡¡rollo de papel higiénico!!!! Poco que comentar, ¿verdad? No puede faltar. 

Hay también cosas que no se ven en la foto porque no irán en la mochila.
No se ven, por ejemplo, las botas de montaña, una buenas y robustas botas del 49 a las que mis pinreles ya se adaptaron hace unos meses, e infinitamente mejores que las que llevé a tierras escocesas y que cada día se iban deshilachando un poco más hasta parecer un ovillo de lana destrozado por un gato. Tampoco se ve la cámara de fotos, y no precisamente porque sea de las pequeñitas. En mi afán por documentar este viaje de la mejor manera posible, me llevo conmigo una pesada réflex colgada al cuello. Sí, a mi también me parece una locura caminar 300km con este “trasto”, pero soy cuadriculado, y o va la cámara, o no voy.

En fin, sólo cabe esperar que no me haya olvidado nada. Claro, no lo he dicho por obvio pero también formarán parte de mi carga el DNI, el pasaporte, la tarjeta crédito, y por supuesto, unas cuentas libras ya que muy poquitos alojamientos en esta ruta admiten pago con tarjeta.

Así pues, todo listo. Pero antes de partir, amigos, comentaros la parte más importante de estas líneas que escribo hoy en el blog. He estado pensando mucho estos días sobre el sentido de mi viaje. No es que no lo tenga, todo lo contrario, para mí lo tiene, y muchísimo, cada vez más, pero me quedaba con las ganas de que esta aventura fuera también útil para alguien más y que el objetivo no se quedara únicamente en recorrer kilómetros, disfrutar de la experiencia y contárosla aquí en este blog. Tras darle muchas vueltas a la cabeza, mi mochila y yo hemos decidido donar 1 euro por kilómetro recorrido a alguna ONG u organización similar que elegiré a mi vuelta. Serán, si todo sale bien - y si no también – unos 300 euros. Soy consciente de que no es una gran cantidad, pero en cierta manera redondea y completa el sentido de este viaje, que ahora sí, será además solidario y de provecho para alguien más que mi mismo.

Como ya decía el primer día que comencé el blog, creo justo que aquellos a los que nos va más o menos bien, intentemos hacer a los demás un poco más felices en la medida en que podamos, así que este es un primer paso. Había pensado solicitar inicialmente vuestra colaboración, pero me parecía un poco egoísta dejar esa responsabilidad a otros, y me ha parecido mucho mejor tomar esta decisión. Vosotros disfrutad (o al menos esa es mi intención) de las crónicas de la ruta, que ya me encargo yo de lo demás.

Nada más por hoy, la próxima vez que escriba, si todo va bien, os estaré escribiendo desde St Dogmaels después de los dos días de viaje, que presumo serán un tanto tediosos, pero que por lo menos espero que transcurran sin novedad.

Como dice un buen amigo, paz y amor.

P.D. IMPORTANTE. Si alguno de vosotros trabaja en alguna ONG, o conoce muy de cerca algún proyecto interesante o iniciativa solidaria que quiera contarme, estaré encantado de oírlo (enviadme un email privado) y donar el importe directamente a la propuesta que me hagáis. Si recibo varias alternativas, como me sería sin duda imposible elegir, haría un sorteo entre las opciones y os comunicaría el resultado en el blog.


12 comentarios:

  1. ¡¡¡ Mucho ánimo Jim !!!
    Nos da mucha envidia el viaje pero seguro que lo vamos a disfrutar leyendo tus crónicas.
    Veo que no te has olvidado ni de la cuerda, ni del adaptador de enchufe, que estos galeses tienen sus rarezas también. Lo del rollo denota un toque de profesionalidad senderistas de alguien muy curtido en este tipo de andanzas....Cuidate mucho y cuéntanos todos los detalles como tu sabes. Mar

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    1. Gracias Mar!!! Tienes razón, parece que esta vez no me olvido de nada... o eso espero! ;-) Ahora solo toca cerrar la mochila y salir pitando.
      Nos vemos a la vuelta.
      Bss

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  2. Dear Jim,

    Have a great time in Wales and enjoy whatever the way gives you. Only by alternative ways think twice...:))))
    kisses and a big hug

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    1. Dear Dee Dee,
      Yes yes yes. No alternative ways this time, be sure! :)))))
      kisses & bigfoot hug

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  3. El Principe de Bel Air13 de julio de 2012, 8:26

    cryfder a lwc ar gyfer yr her hon.
    E.P de BelAir

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  4. Que envidia me das Jim. Ya me gustaría poder escaparme tan fácilmente y realizar
    una travesía tan bonita. Estoy ansioso de poder leer tus siguientes crónicas-vivencias en los próximos días.

    Espero que todo te vaya bien y no tengas ningún incidente destacable. Aunque, por otro lado, eso es lo que da la gracia a este tipo de aventuras.

    Yo te apoyaría a que si algún día deseas hacer surf, lo hagas sin tabla. Que los galeses vean como un españolito puede hacer surf con unos pinreles del 49.

    Lo dicho Suerte y Animo.
    Jorge

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    1. Qué pasa vecino!!
      Me quedo con lo del surf sin tabla. Ya sabes eso de que a los españoles no nos ganan a nada, y no voy a ser yo menos...
      Y esperemos no tener incidentes, pero sí muchas anécdotas que puedan dar un poco de vidilla a la ruta.
      Hablamos a la vuelta.
      Un abrazo.

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  5. asi me gusta...informandonos del itinerario por si acaso....!!

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    1. Por una vez te he hecho caso... ;) Pero no hay que preocuparse, todo irá bien!! :)))

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  6. Mucha suerte Jim!! Ya estoy deseando entrar en el blog y que haya alguna entrada sobre el viaje!! 1beso

    Ana

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  7. Dear Jim,

    Me queda la duda de si el bañador de pameritas es tipo bermudas o en tu afan de economizar espacio, es de los "apretaditos".... fotos pls.

    Vuela y haz honor al nombre de tu blog !!!

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