sábado, 27 de julio de 2013

Pedacitos de Nueva York (cap.5). Diecinueve, no veintiséis...

Viernes 26 de Julio de 2013 (aunque sólo me di cuenta por la tarde...)

Temperatura y humedad: Vuelve a hacer calor, bastante, aunque no tanto como los primeros días. La humedad sí que ha bajado, y eso se agradece, sobre todo para no acabar yendo a la lavandería por falta de camisetas.

Lluvia: sin noticias de este fenómeno meteorológico... :)

Cuaderno de bitácora:

*** Deleite. Mientras desayuno una tortilla de cuatro huevos con queso feta, tomate y cebolla, me pregunto por qué habré tardado casi cuatro días en encontrar este sitio. Una dulce sonrisa (que me confirma posteriormente que es del Perú) me recibe al entrar, y sólo con eso pienso que ya me han ganado para los próximos tres días hasta que me vaya. Con lo fácil que es sonreír y mira lo que les cuesta en algunos sitios. Decido no desayunar, sino deleitarme con el desayuno, que no es lo mismo, lo que consigo hasta que un trocito de cebolla se me queda por ahí dentro atascado y me bebo el café con leche de un trago a ver si aquello se mueve. Parece que sí, que ya ha pasado, pero estaba tan caliente que ahora no siento ni la lengua. En cualquier caso, cuando salgo, evidentemente no digo "adiós" sino "hasta mañana"... :)

*** Dos rascacielos. No es que no haya más, pero hay dos por excelencia que siempre están en mi cabeza. El primero, el peculiar y estrecho Flatiron Building, que aunque en su momento fue uno de los edificios más altos de Manhattan, el pobrecillo hoy no creo que esté hoy ni entre los 200 que más sobresalen en el perfil de la ciudad. Al llegar junto a esta curiosa, y diría que casi hasta divertida construcción, pido a una pareja que me hagan una foto, y así de paso aparezco yo un poco en el blog, que este Jim tiene mucho afán de protagonismo y ya me va tocando a mi... Mi segunda elección es el Chrysler Building. Eso sí es estilo. Ahí está, luciendo más que el pelo de John Travolta en Grease. Con su impresionante cúpula art decó, sin duda, el más elegante y chic de todo Nueva York. Esas gárgolas de acero asomando en sus esquinas y ese brillo característico cuando se refleja el sol en su placas metálicas, hacen de este edificio un auténtico símbolo de la ciudad. Es una lástima que no se pueda subir, pero al menos te permiten entrar al hall...


*** Taxis. Fascinante el tema de pedir un taxi. Creo que llevo ya al menos 30 o 40 fotos de gente pidiendo taxis. Mientras me quedo apoyado en algún semáforo lanzando mis instantáneas, me pregunto cual es el criterio que siguen los taxistas para parar o no parar. Después de varios días de aguda observación, me sigue sin quedar claro. Bueno, no exactamente. Delante del Hilton paran todos. Para mimetizarse y empatizar con los neoyorquinos, el bueno de Jim ha hecho un intento. No hace falta decir que no ha parado nadie. Normal, con ese aspecto de surfero de los 70 y sin afeitar...


*** Shopping... Vale, cediendo a las presiones ;), decido visitar algunas tiendas, pero no compro nada (que quede muy claro). Como tiendas de deportes, de ropa, de calzado, etc, hay miles en la gran manzana, y aunque he entrado en varias de ellas hoy, os hablo solo de otras un poco diferentes...

1. Librerías: Entro en Barnes&Noble (la de la quinta avenida, que hay varias por toda la ciudad). Aunque no leo mucho, siempre me han encantado las librerías. Me doy un paseo, pregunto por un libro en concreto, que no tienen, y me quedo observando la gente sentada en el medio de los pasillos. Están tan absortos con sus lecturas que ni se dan cuenta cuando pasas a su lado. Mientras paseo entre estanterías, me pregunto si vendrán cada día a leer un capítulo, y si finalmente podrán leer el libro entero sin comprarlo. Yo diría que sí... También visito Strand Books, junto a Union Square. En cuanto cruzo la entrada también me siento absorbido por la atmósfera del papel impreso... Me preguntan, y no es la primera vez, "how're u doing today?", y esto del "today" me hace muchísima gracia, porque pienso para mi mismo que debería responder "hoy bien, mañana ya veremos"... Tonterías aparte, salgo de la librería y después de pensarlo bien, ninguna de las dos tiene el exquisito encanto de las pequeñas tiendas de libros, esas que seguro existen en otras zonas de la ciudad con inconfundible aroma a libro viejo... Pero el tiempo no da para más, y salvo que se cruce alguna en mi camino, con esto es suficiente.

2. Cómics: Con un cierto ápice de "friquismo", pero llevado sobre todo por la curiosidad y el genuino aspecto que siempre presentan este tipo de tiendas, visito dos de las mejores de Nueva York, Midtown Cómics y Forbidden Planet. En la primera, mientras miro con curiosidad no sólo los cómics de todos los superhéroes habidos y por haber, sino también los cientos de figuras de ellos, descubro medio escondida una reproducción enorme de coleccionista en caja original de mi buen amigo Mazinger Z, por tan sólo 495$, ya con un 25% de descuento aplicado... Ya por curiosidad (y por hablar con alguien, que ya sabéis que eso de no hablar lo llevo mal...), le pregunto al dependiente si tiene alguna camiseta, y se queda alucinado de que alguien pregunte por el tal Mazinger. Me dice que no, que imposible, que es pura importación japonesa por encargo y que es muy difícil encontrar merchandising de este robot aquí. Me doy cuenta enseguida que mi ídolo infantil no causó mucho impacto por estos lares... Poco después entro en Forbidden Planet. Pregunto al dependiente si puedo hacer alguno foto a los muñecos (también por entablar un poco de conversación...), y no me ponen problema mientras no grabe video, así que empiezo a disparar la cámara a diestro y siniestro, si bien reconozco sólo a una décima parte de los personajes que por allí están expuestos. Defintivamente, pienso que ha sido una buena idea ver estas tiendas. Buena decisión. Son geniales y los dependientes auténticas enciclopedias sobre el tema.

3. Cosillas de casa: Sí, sí, ya puestos, y según voy caminando, veo el escaparate de una de esas tiendas tipo Casa, Zara Home, etc, que tienen muchas cosas bonitas que luego no sirven para nada pero quedan genial en las estanterías, mesas, y demás mobiliario de la casa. Lo dudo un poco, vuelvo a mirar al interior, y me digo que por qué no, a sabiendas que con absoluta seguridad no voy a comprar nada. Se llama Fishs Eddy. Sorprendentemente disfruto con el aire entre retro y de viejo (pero nuevo) desván que tiene la tienda. Haría las delicias de algunas personas que yo me se... Y es que no todo es comprar. Algunas tiendas merecen la pena sólo por la decoración, por la música, por los dependientes semidesnudos... (chicas, venga, imagino que ya sabéis a que tienda me refiero...). Pues no he estado, que le vamos a hacer...

4. Música. Según deambulo por Broadway, voy escuchando la música que sale de las tiendas, y decido entrar en aquellas donde suene algo que me llame la atención y me guste, y no me refiero a tiendas de música precisamente... Sí, ya lo sé, entrar en tiendas llevado únicamente por el criterio de si me gusta l- musica o no, no tiene sentido, pero como estoy de vacaciones hago lo que me da la gana (que a gusto me he quedado...). Al final sale un popurrí de establecimientos que mejor no mencionar, pero la mejor música, se la lleva la tienda de la NBA. Me muevo como un rapero entre las camisetas de los Warriors y los Timberwolves mientras suena en los altavoces alguno de esos tíos de cinco pliegues en el cuello y cadenas de oro (gracias Jorge por el apunte de los pliegues, es genial). Unos minutos después me doy cuenta que estoy empezando a hacer el ridículo si sigo moviéndome y andando como Jay-Z y abandono el local (afortunadamente, sin ser acompañado por el guardia de seguridad).

5. Comida: En Nueva York todo el mundo come en la calle. Caminando, sentado en el parque, dentro de los locales de comida rápida, en los de comida sana, en la bicicleta, en el coche, mientras habla por el móvil, mientras corren... Lo que es seguro es que nadie come en su casa. Por eso, los locales de comida abundan por doquier, y aunque es imposible hablar de uno en una ciudad en la que debe haber miles, después de haber entrado en muchos estos días, me quedo con el Whole Food Market. Ahí está, en Union Square, sin llamar tampoco exageradamente la atención. Entro a ver y cotillear un poco, que a pesar de la tortilla matinal, ya voy teniendo hambre. Me encuentro con mucha comida sana, gourmet, y especializada en vegetarianos, veganos, celiacos, etc. Enseguida me doy cuenta que me encanta el sitio porque puede ver a la gente más posh y cool de la zona entrando para su lunch diario. Decido tirarme media hora dentro solo para hacer fotos de la gente. Paparazzi en el supermercado (suena a título de canción de la movida madrileña...). Finalmente, y para engañarme a mi mismo después de tres días de perritos, cheesecakes, pizzas y hamburguesas, decido comprar un zumo de naranja natural recién exprimido, un cuarto de sandia fresquita troceada, y una ensalada de frutas. Así, a lo bestia. Todo o nada...

6. Juguetes. Bueno, es evidente que no hace falta ni mencionarlo, esta la conocen todos. La tienda de la FAO es una delicia para pequeños, y no tan pequeños... De largo, la mejor tienda general de juguetes de la ciudad, y posiblemente de muchas otras. Además, para algunos mitómanos del cine como yo, ver el piano donde Tom Hanks tocaba con los pies en la película Big es una gozada, si bien es cierto que hace 18 años ya estuve allí con mi buen amigo Suso. Pero no me ha importado repetir la visita. Y no, no he tocado el piano. Demasiada vergüenza.


*** Concierto (I). Tras la jornada de "visitar-tiendas-pero-no-comprar", vuelvo al hotel un par de horas a descansar y después de renovadas energías (y otro hot dog), cojo el metro hacia Brooklyn, porque hoy hay una pequeña representación gratuita de ópera al aire libre en la pradera junto al puente de Brooklyn. Escenario absolutamente bucólico para un concierto. Llego sudando, que el calor ha vuelto, y por más vueltas que doy, allí no hay indicios de que vaya a haber ningún concierto. Miro otra vez la nota que tomé hace un par de días. Está claro. Viernes a las 19 horas. Espero un poco por si he llegado muy pronto, pero allí no ocurre nada. Vuelvo a mirar la nota. Es correcta, viernes a las 19 horas... del día 19. Gilipoll... Bien, tengo dos opciones, o enfadarme conmigo mismo (opción que descarto de inmediato), o aprovechar que estoy allí de nuevo para hacer alguna foto más, disfrutar del paseo junto al río Hudson y plantar un "pino" en algún local decente...

 

*** Concierto (II). Esos momentos de relax (los del paseo no los otros) iluminan mis circuitos neuronales y me permiten darme cuenta que hoy también hay concierto en los jardines del Lincoln Center, y además, me pilla de vuelta cerca del hotel, así que allá voy. Llego justo a las 20 horas, cuando empieza el concierto. Se trata de un quinteto de folk irlandés que incluye un pianista, lo que le confiere al grupo un aire especial. Después de casi una hora, salgo de allí encantado de la vida.

*** Cheesecake. Voy a subir a dormir al hotel... Pero paso por delante de... Y claro... No lo puedo evitar...

 

Hasta mañana. Sed buenos.

 

2 comentarios:

  1. me muero.
    este cheesecake.
    dios mio.
    .........
    .........
    (estoy segura de que aguantaría perfectamente 10h de avion....no??)
    Mx

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    Respuestas
    1. No estoy muy seguro. Por si acaso, me los como todos aquí... ;)

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