lunes, 15 de octubre de 2012

El secreto de los pequeños detalles

 
 
“EL QUE FIJARE SU MIRADA EN LOS PEQUEÑOS DETALLES SERÁ CAPAZ DE COMPRENDER LA INMENSIDAD DE LAS COSAS”. Eusebio Leal Spengler.
 
 
Desde que me aficioné al mundo de la fotografía, y siendo honesto conmigo mismo, he de reconocer que no he profundizado demasiado en este arte, y en este caso no es falsa modestia, simplemente no me he tomado el esfuerzo de aprender por pura pereza, mi inseparable amiga de la que ya os he hablado otras veces. Y conste que lo he intentado, incluso he llegado a hacer un curso intensivo, pero siempre acaban superándome tantos conceptos técnicos: distancia focal, apertura, lentes, balance de blancos, histograma, objetivos y un sinfín de definiciones que una y otra vez se me atragantan y me hacen aparcar “temporalmente” el estudio en detalle de la técnica para tiempos mejores...
 
Sin embargo, para mi sorpresa (y mi suerte), lo que sí ha cambiado sustancialmente es la manera de ver el mundo desde que poseo una cámara, y sobre todo, desde que salgo a menudo con ella. Puedo afirmar sin miedo a equivocarme que ahora observo las cosas desde otra perspectiva, una muy diferente, una que me está permitiendo desde hace un tiempo mirar lo que sucede a mi alrededor de forma distinta, a veces diría que fascinante.
 
No me importa en absoluto seguir haciendo las fotos en automático, qué le voy a hacer. Ya os he comentado que de momento tendrá que ser así, pero eso es completamente secundario cuando lo que sí tengo muy claro cada vez que pulso el botón del disparador de mi cámara es lo que quiero fotografiar y por qué lo quiero hacer. Me pasa incluso a veces que veo las cosas que suceden delante de mí como esas repeticiones a cámara superlenta que nos pone la televisión, y que nos permiten apreciar cada pequeño detalle de ese gol o de ese saque del tenista, y sin embargo, soy consciente de que el ser humano no posee esa capacidad.
 
Y aún mejor, cada vez estoy más convencido que el hecho de no pasar por alto esos pequeños detalles cotidianos forma parte, en mayor o menor medida, de un gran secreto, ese que el historiador cubano Leal Spengler definía como “la capacidad de comprender la inmensidad de las cosas”. Puede sonar un poco a filosofía barata, lo sé, soy el primero que reniego de la misma, y seguramente lo que reflexiono ahora en mi cabeza al tiempo que transcribo en este blog va más allá de lo que puedo explicar con palabras. pero coincidiréis conmigo en que cada uno de esos momentos a simple vista insignificantes que ocurren cada día delante de nuestras narices contienen la esencia de la vida. Ni más ni menos. Ahí no cabe discusión.
 
Lo que viene a continuación son algunas fotos de esos pequeños detalles, de esas personas anónimas y de esos momentos fugaces que no quise dejar escapar. Todos ellos contenían algo diferente, algo que me interesó, había una historia detrás de ellos, y sobre todo, algo único, porque no hay dos instantes iguales, y cada uno que nos perdemos, NO VUELVE A PASAR…
 
No importa si el detalle fue ese pomo de la puerta que os causó especial asombro, ese defecto en la pared que os pareció interesante, un botón del ascensor diferente de los demás, un niño bebiendo agua en una fuente o esa anciana que cuidaba de su nieto en el parque. Ese momento ocurrió, y fuimos testigos de algo único.
 
Se que muchos podéis pensar que en algunas fotografía que comparto hoy con vosotros hay un poso de tristeza, quizás algo de dolor, y estoy plenamente de acuerdo, pero es que la esencia de la vida se compone igualmente de alegría y de pena, de gozo y de dolor. Ya lo decía Andrés Montes, “la vida puede ser maravillosa”. Y es verdad, puede, pero no siempre lo es, pero eso no quiere decir que debamos retirar siempre la mirada de aquello que no nos gusta. Sería un error.
 
Poco más os cuento hoy. No hay técnica en la fotografía que os traigo, sólo mucha pasión y como os digo, un esfuerzo increíble por no dejar pasar nada sin prestarle ese segundo de atención intentarlo captarlo tal y como lo he vivido. Como ocurría en uno de los post anteriores, no se trata de una selección realizada de manera concienzuda, ni son seguramente mis fotos favoritas, pero teniendo miles de ellas, era un ejercicio de locos realizar ese trabajo, así que de nuevo un poco al azar, os dejo diez fotos, diez instantes de vida, diez momentos que no se volverán a repetir y que ocurrieron justo allí, justo delante de mi cámara durante los escasos milisegundos en los que dura la pulsación del disparador…
 









 
 
P.D. A los que pensáis que no sois buenos fotógrafos, a los que creéis que vuestras fotografías no son dignas de mostrarse, a los que sentís vergüenza por compartirlas, recordad que ese encuadre de esa escena en esa precisa milésima de segundo no lo hizo nadie más. Vuestra foto es única, porque cada instante es único e irrepetible. Y cada foto es una historia, o miles de ellas. Por algo se dice que una imagen vale más que mil palabras…


1 comentario: