domingo, 16 de septiembre de 2012

Fotogramas en mi retina

El cine, el séptimo arte. Ese mundo absolutamente mágico que por unos instantes nos transporta a paraísos soñados, que nos hace cómplices de amores imposibles, o nos sitúa en la escena del crimen perfecto. Que hace que nos olvidemos de la mundanal rutina, y que también por un momento, nos permite empatizar o incluso ponernos en el papel de ese galán, del aventurero, de la espía o de la bella científica protagonista de ésta o aquella película.
 
Me apasiona el cine, y a lo largo de los años, igual que muchos de vosotros, he acumulado cientos y cientos de películas en ese increíble e intrincado disco duro que es nuestra memoria, desde aquella primera vez que mis padres me llevaron a ver al cine, y que si no recuerdo mal, fue para ver la Guerra de las Galaxias. Todos tenemos grabados en nuestras retinas aquella escena que nos puso los pelos de punta, aquella otra que nos encogió el corazón de emoción, o la que nos hizo reír durante varios días. Seguro que recordamos esos segundos que nos hicieron llorar ríos de lágrimas, o ese terrible susto en la pantalla que nos hizo saltar varios centímetros del asiento. Y es que eso es el cine.
 
No es mi intención hablar hoy aquí de películas, ya habrá otro día para ello, pero sí me apetecía ya desde hace algún tiempo aprovechar el blog para mencionar algunas escenas que perduran en mi memoria. Me resulta difícil hablar aquí de las que serían mis escenas favoritas, porque tendría cientos de ellas, así que como ya es habitual a veces en el blog, iré escribiendo sobre unas cuantas seleccionadas entre el caos de imágenes que vayan viniendo a mi memoria. Ya sé por tanto que olvidaré docenas de ellas. Probablemente algunas corresponden a películas mediocres y otras a grandes filmes de la historia. No importa, no son las mejores escenas del cine, pero por una razón o por otra, todas ellas han quedado grabadas en algún rincón de mi cabeza y su aparición aquí tendrá su sentido.
 
Empiezo a pensar, y me viene a bote pronto a la memoria aquella romántica escena de EL PACIENTE INGLÉS, pero no de los protagonistas principales, sino de Hana (Juliette Binoche) y Kip (Naveen Andrews), papeles secundarios - pero no menos importantes - y presentes en esta hermosa secuencia de una película no menos hermosa.
 
 
 
 
Cierto es que escenas románticas hay miles, pero ésta es la que me vino a la cabeza. Podría también haber pensado en películas como MEMORIAS DE ÁFRICA, LOS PUENTES DE MADISON, ALGO PARA RECORDAR, NOTTING HILL, etc… pero también he intentado huir en este post de las escenas más clásicas y muchas veces reproducidas hasta la saciedad, que para eso ya hay otros blogs y otros listados que podéis encontrar en internet.
 
Sigo pensando, y como si se tratara de una bola del bombo del sorteo de navidad, extraigo de repente otro momento excepcional. Es el final de LOST IN TRANSLATION. Los que no la vieron y quieran verla que no sigan leyendo. Un Bill Murray en uno de sus mejores papeles deja de lado por un momento su amargura y hastío cuando conoce a la joven interpretada por Scarlett Johansson. Al final, como muchas cosas en esta vida, no hay un final feliz, y sin embargo el espectador contempla la escena final desde una relativa tristeza, entendida como parte de esta bella función que es la vida, y que sigue más allá de las despedidas y de los amores imposibles. La secuencia no es especialmente brillante (aunque sí la música), pero pone un digno y tierno colofón a una maravillosa – aunque extremadamente lenta, lo advierto – película. 
 
 
 
 
Y así, sin orden ni concierto, paso de un final de película a los primeros 60 segundos de otra. La escena de nuevo no es brillante ni un hito en la historia de la cinematografía, pero el discurso de inicio de la película (imágenes y voz en off) sí me cautiva. He elegido esta escena sobre todo, porque lo he vivido en mis muchísimas esperas en los aeropuertos, y os aseguro que si prestáis atención cuando estéis en uno de ellos, os podéis llegar a emocionar contemplando escenas como las de este comienzo de LOVE ACTUALLY.
 
 
 
 
Sigue reinando el caos en mi mente, y esta vez aparece una escena que posiblemente sea la menos conocida de las que hoy suba al blog. A mi juicio, una de las más poéticas que nunca he visto. Es parte de EL CAMINO DE LOS INGLESES, una película dirigida por Antonio Banderas, compleja y difícil de digerir, lo reconozco, pero que sólo por ver escenas como ésta mereció la pena.
 
 
 
 
Ya había pasado antes como una estrella fugaz, pero ahora se detiene súbitamente una canción en mi mente. Se trata de una exquisita aria de la ópera bufa “Las bodas de Fígaro” de Mozart. Posiblemente algunos ya sepáis de qué escena y de qué película hablo: CADENA PERPETUA, con unos sensacionales Tim Robbins y Morgan Freeman. Este momento es único, brillante, absolutamente emotivo. Reconozco que se me pone siempre la carne de gallina al ver la escena, sin saber muy bien por qué.
 
 
 
 
Hay sin duda muchas más escenas emotivas que pululan por mis neuronas, como la secuencia de los búfalos en BAILANDO CON LOBOS, algunas de la inolvidable FORREST GUMP, y cómo no, de la tierna y mágica BIG FISH.


Aparecen ya varias escenas cómicas en mi mente que hasta ahora había dejado pasar a un segundo plano, como dando menos valor a la comedia, cuando de todos es sabido que es más difícil hacer reír que hacer llorar. De todas esas secuencias cómicas en las que pienso, la mayoría son de los Hermanos Marx, así que me resulta difícil elegir, pero la escena del camarote de UNA NOCHE EN LA OPERA es ya un clásico de la historia del cine cómico que me hace llorar… de risa. ¡No os la perdáis por favor!
 
 
 
 
Y siguiendo con la comedia, me quedo con otra película de las de antes. UN CADAVER A LOS POSTRES. Una comedia exquisita con el inolvidable, entre otros, David Niven. Estoy seguro que muchos recordaréis esta hilarante escena…
 
 
 
 
Podría hablar de docenas de momentos que me han hecho terminar con dolor de abdominales por la risa, como muchas escenas de las películas francesas LA CENA DE LOS IDIOTAS o la también francesa BIENVENIDOS AL NORTE. Hay también momentos memorables de unos pocos segundos donde he oído a todo un cine muriendo de la risa, como cuando Brad Pitt simula ser italiano en la disparatada, violenta y magnífica locura de Tarantino, MALDITOS BASTARDOS. Esas tres palabras que pronuncia el Sr.Pitt en su papel de americano pasando por italiano frente a un general nazi son de las que no se olvidan...


Hay muchísimas más escenas que aparecen en mi mente, esta vez de acción, pero no puedo poner hoy doscientos videos, entre otras cosas porque no creo que el blog esté preparado para ello. Recuerdo la increíble persecución en THE ITALIAN JOB – la original - con los Minis, aunque vista tantísimos años después parece un poco ingenua, o recuerdo también otras como las protagonizadas por BOURNE en su serie de películas. Pero para persecución y con cierto tono de comedia, no perdáis la de la película francesa TAXI.  
 
 
Hablando de acción, no olvido tampoco la salvaje y sangrienta apertura inicial de BLADE (sí, a mi me gustan también los vampiros...), con la canción Confusion de New Order sonando mientras los vampiros esperan su ducha de sangre, ni por supuesto dejo de lado las espectaculares (e innovadoras en su momento) luchas de MATRIX, unas de las primeras en mostrar ese efecto efecto slow motion que todos recordaremos en las balas además de la filmación de 360º...
 
En fin, vamos acabando porque de otra manera el blog me temo que se va a hacer muy largo hoy. Al principio dije que no se trataba de elegir mis favoritas, que sin duda hay cientos, sino de ir plasmando aquellas que vinieran a mi cabeza. Pero no es del todo cierto. Haré una confesión que no es tal, ya que ha aparecido en anteriores ocasiones en el blog. Hay una escena omnipresente en mi memoria, y es, sin ningún género de dudas, mi favorita. Cuando al final de BLADE RUNNER, el Nexus 6 llamado Roy - magistralmente interpretado por Rutger Hauer -, pronuncia unas breves palabras a modo de despedida antes de extinguirse. Momentos antes, ha decidido en última instancia salvarle la vida a Rick Deckard, quizás porque en su deseo de no morir, había tomado consciencia de la belleza de la vida, más allá de su condición no humana. Y es que como decía el añorado comentarista Andrés Montes, la vida puede ser maravillosa.
 
 
 
 
Con esta sobrecogedora escena (al menos para mí), acabo por hoy este caótico y desordenado repaso de algunos de los fotogramas que pueblan mi memoria. Pero os invito - y casi os ruego - que me hagáis llegar los vuestros. Ya sabéis que no pretendo que este blog sea un discurso unidireccional, así que me haría mucha ilusión que compartierais conmigo esos momentos de película que también a vosotros os quedaron grabados para así poder también yo disfrutar de ellos. Como digo siempre, este es un blog abierto y aquí todo tiene cabida, así que ESPERO CON IMPACIENCIA VUESTROS FOTOGRAMAS EN LA RETINA...
 
Al final todas estas escenas, las mías, las vuestras y las de todos, contienen la esencia de la vida. El amor, la risa, el llanto, el dolor, la acción, el miedo, la pasión…
 
Nos vemos pronto. Un abrazo.


2 comentarios:

  1. Querido Compañero:
    Muchas gracias por el reto que nos lanzas para compartir escenas que marcaron nuestras vidas. Prometo reflexionar sobre ello.
    Y sobre todo gracias por currarte tus comentarios, las escenas/películas que has elegido me han hecho recordar grandes momentos y también me he convencido de ver alguna de ellas que confieso no he visto. En algún momento tienes que hablar de cómo se lo puede coger manía a una película cuando no paras de verla anunciada por todas partes, con entrevistas en todas las cadenas y sobre todo con esos trailes que ponen en el cine que después de verlos acabas convencida de que ya has visto la película y no merece la pena ir a verla.
    Sobre la escena del comienzo de LOVE ACTUALLY siempre he pensado que estaba rodada con cámara oculta, que en ese momento no hay actores fingiendo. Coincido contigo porque nos conocemos muchos aeropuertos, que es una delicia contemplar la llegada de la gente, y también recuerdo mucha soledad cuando ves que nadie te espera a ti aún sabiendo que estás en un aeropuerto en la otra punta del mundo y que matemática y físicamente es imposible que aparezca alguien conocido, no obstante, siempre lees los carteles de los chóferes que van a recoger a pasajeros por si acaso.
    Seguro que también te has sentido identificado con Bill Murray en un Hotel en un país lejano, sabiendo que todos tus amigos te envidian por dónde estás, mientras te preguntas qué haces en una habitación solo y que no merece la pena ir al lugar más hermoso del mundo si no vas acompañado.
    ¡Qué difícil escoger las películas de mi vida!.
    Mar

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    1. Querida compañera, gracias por seguir ahí, leyendo, siguiendo y sobre todo participando en el blog que es lo que más alegría me da.

      Bueno, me voy directamente al último comentario sobre la dificultad de elegir las películas de tu vida. Bueno, yo diría directamente que es imposible, por eso yo me he conformado con poner completamente al azar lo que iba saliendo en mi cabeza. Me temo que sería una auténtica quimera escoger de verdad las mejores escenas de mi vida...

      Y sí, hemos pasado muchas horas en aeropuertos, por eso nos sentimos identificados viendo esa escena, y porque en la mayoría de las ocasiones la hemos visto en soledad y en cierto modo nos ha dado envidia esos entrañables abrazos y apasionados besos de bienvenidas. Y coincido completamente en lo de Bill Murray. La tristeza de esos hoteles en los que desayunas solo y cenas solo...

      Ah, y por supuesto, un día tendré que hablar de las escenas que... ¡¡¡odio!!! jajajaja. Esas que tienes ya tanta manía que no puedes ni ver. ¡Seguro que da mucho juego!

      Un beso!

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