La cuenta atrás ha llegado por fin a cero, y si no hay
ninguna causa de fuerza mayor, mañana viernes, primer día de mis vacaciones, partiré
rumbo a Gales. Así pues, señoras y señores, abróchense los cinturones y
prepárense a disfrutar de esta experiencia única a través de este blog. Mi
mochila y yo nos disponemos a emprender rumbo, por un par de semanas, al país del Y Ddraig Goch,
el dragón rojo que ondea con fuerza grabado sobre la bandera verde y blanca de
este país.
Me pregunto si no os sucederá lo mismo, pero el caso es que me
encantan estos singulares nombres galeses: Y Ddraig Goch. Suena mucho mejor, o
al menos más interesante que El Dragón Rojo, ¿verdad? Ciertamente, como ya dije
hace unos días, lo leo y me parece estar delante de una lengua perdida, quizás usada
sólo en alguna tierra recóndita y habitada únicamente por extraños seres y míticas
criaturas (vale, es probable que haya visto demasiados capítulos de Juego de
Tronos el fin de semana…). En fin, me temo que quizás esta lengua suene mejor
escrita que hablada, pero en cualquier caso espero tener la oportunidad de
poder experimentarlo y contarlo, cómo no, en este blog.
Divagaciones y reflexiones tontas aparte, puedo deciros que
los últimos días han sido una mezcla de excitación, nervios y preocupación.
Todos los sentimientos están ahora mismo entremezclados sin orden ni concierto
esperando el pistoletazo de salida de esta bonita aventura, que como más
adelante os contaré, se ha convertido además, en el último momento, en una acción
solidaria. Son ya varios días durmiendo mal, algo que tampoco es tan extraño en
mí, pero que en las últimas noches se ha ido acentuado exponencialmente. Por
fin, este reto personal está a punto de empezar, y no sé si me pone más
nervioso pensar en los doce días caminando los 300km de costa que tengo por
delante, o recordar cada minuto que me he comprometido a escribir todos los
días mis “hazañas” por las tierras del dragón rojo.
De todas formas, antes de comenzar a caminar me esperan dos
largos días de viaje hasta llegar a mi destino, St Dogmaels, donde ya dormiré en
un Bed & Breakfast justo al lado
del comienzo de la ruta. Mañana, para empezar, un tren a Madrid, un avión a
Stansted, desde allí otro tren a Londres, metro hasta la estación de Paddington
y la primera noche en un hostal a escasos metros de la estación. Y al día
siguiente, el sábado, casi cuatro horas de tren (mis habilidades deductivas me
hacen pensar que no es precisamente el tren bala…) hasta Carmarthen, ya por fin
en algún lugar recóndito de Gales, para después tomar un autobús local que me
conducirá durante algo más de una hora a Cardigan, desde donde ya tan sólo hay tres
kilómetros – que evidentemente haré andando, qué remedio – hasta el primer
alojamiento en la ruta en St Dogmaels. La verdad, visto así, creo hubiera
llegado mucho antes a Vietnam…
Creo tener todo listo y preparado, y si no es así, pues mal
vamos, porque ya es un poco tarde para rectificar. Desde hace dos días observo
encima de la cama, metódicamente ordenado y uno por uno, toda la parafernalia
de aventurero de ciudad que llevaré en la mochila durante mi recorrido.
Ahí están las cinco camisetas transpirables (un cuento chino
para los que sudamos cataratas…), tres de ellas de manga corta y dos de larga, tres mudas
y tres calcetines antiampollas, que en ocasiones anteriores han cumplido su
cometido al pie de la letra. Esta provisión tan justa de ropa hace obligatorio
lavar casi a diario las prendas usadas en el día, si no se quiere acabar
oliendo a “tachún” de peregrino. Y digo “casi” a diario porque
irremediablemente llegará algún día en el que el cansancio y la pereza me puedan,
y… En fin, el resto os lo imagináis. Por supuesto, además de lavarla, hay que colgarla en la
habitación para que se seque. Para ambas tareas, me llevo un buen pedazo de
jabón Lagarto, sí, de esos que usaban nuestras abuelas, y una cuerda fina de
cuatro metros. Este año me niego a colgar de nuevo la ropa de los cargadores de
móvil atados por los extremos que usé el año pasado en Escocia. Funciona, sí,
pero además de la complejidad técnica que encierra esta eficaz chapuza (muy al
estilo español), al tercer día el cable del cargador empieza a parecer un yoyo que
ya quisieran muchos profesionales de este arte.
También llevo la indumentaria impermeable para las posibles
lluvias. Me temo que Gales no tiene precisamente el mismo clima que Torremolinos
o Benidorm. Ya sería raro no padecer alguna lluvia durante los días de
caminata, así que en previsión, me llevo un pantalón talla tropecientasXL para
en caso de un chubasco repentino poder ponérmelo de emergencia encima del que
lleve diariamente, y además, y muy útil, la cubremochila, porque no hay nada
peor que todo el contenido de la mochila se moje. Os aseguro por experiencia
que es tremendamente desagradable. Además, un forro polar impermeable - también
negro - que además de la lluvia me protegerá también del frío por las mañanas, y
que junto con el resto de la indumentaria negra que llevo, tengo mis dudas si
no me confundirán con el protagonista de Águila Roja pero venido a menos…
El toque hawaiano lo pone un bañador – con palmeras, por
supuesto – porque aunque la temperatura máxima no espero que alcance más de 18
o 19 grados, quizás me anime a darme un buen baño en cualquier de las muchas e
increíbles playas con las que me voy a ir encontrando por el camino. O quien
sabe, lo mismo acabo aprendiendo a hacer surf…
Cuento también con una toalla (de esas que ya sabéis donde
venden…) extremadamente ligera, y que está hecha de nosequé material que aunque
me resulta muy desagradable al tacto, cumple su función y seca (y se seca) a
una velocidad pasmosa. Reconozco que me he pensado lo de la toalla. Al fin y al
cabo estoy seguro que todos los B&B tienen su juego de toallas, pero,
volviendo al párrafo anterior, si me encuentro una buena playa y tengo el valor
suficiente, es posible que me haga falta, porque secarse al aire “fresco” galés
es una opción que no contemplo de ninguna de las maneras.
Después viene todo el pequeño material de aseo y varios
pares de lentillas (al menos dos pares por día para asegurarme que nada falla).
Las gafas también van en la mochila, por si me dan algún susto los ojos y me
resulta imposible ponerme las lentillas - que no sería la primera vez -. Y es
que sin lentillas, o sin gafas, me temo que se acabaría mi aventura en Gales y
me tendría que volver a casita, salvo que me dedicara a la lectura de un libro
durante doce días, única actividad que sin ayuda óptica me temo que sería capaz
de hacer.
Por supuesto, entre los objetos pequeños incluyo el tubito
de vaselina (¿he oído algún comentario sarcástico?), imprescindible para cubrir
con ella los dedos de los pies todas las mañanas antes de cada etapa, y evitar así
el roce entre los dedillos y por ende, las temidas y temibles ampollas del
caminante. Esto no quiere decir que no vaya a tener ampollas, pero por
experiencia sé que algo ayuda.
No podían faltar tampoco los tapones en los oídos. Esto es un
auténtico clásico de mi equipaje que, sinceramente, espero no tener que usar.
Atrás quedaron ya los días del Camino de Santiago soportando en albergues los
ronquidos multitudinarios y en Dolby Surround Prologic que atronaban en las
literas por las noches. Si las cosas transcurren como el año pasado por rutas
escocesas, espero que los alojamientos sean un remanso de paz y tranquilidad
donde lo máximo que escuche sea el tictac de algún reloj (algo que por otra parte
me sacaría de quicio…). Pero por si acaso, me los llevo.
Qué decir de mis amigas las aspirinas. Siempre omnipresentes
igualmente en todos mis viajes. Quizás sea ya únicamente efecto placebo, pero
os aseguro que me siento mucho más cómodo y tranquilo sabiendo que las tengo
ahí a mano.
Y no podían faltar por último ni el mapa ni el libro oficial
de la ruta que compre por Internet hace ya varios meses, y que estoy seguro que
me resultarán en algún caso prácticamente imprescindibles (al menos el mapa, porque
del libro no me acabo de fiar), para saber donde estoy, y sobre todo, cuánto me
queda en cada momento para llegar al destino final de cada etapa. El año pasado
consulte tanto los mapas para ver a qué distancia estaba que al segundo día los
pergaminos del British Museum tenían mejor aspecto. Y es que hay días que se
hacen interminables…
Hay también cosas que no se ven en la foto porque no irán en
la mochila.
No se ven, por ejemplo, las botas de montaña, una buenas y
robustas botas del 49 a las que mis pinreles ya se adaptaron hace unos meses, e
infinitamente mejores que las que llevé a tierras escocesas y que cada día se
iban deshilachando un poco más hasta parecer un ovillo de lana destrozado por
un gato. Tampoco se ve la cámara de fotos, y no precisamente porque sea de las
pequeñitas. En mi afán por documentar este viaje de la mejor manera posible, me
llevo conmigo una pesada réflex colgada al cuello. Sí, a mi también me parece
una locura caminar 300km con este “trasto”, pero soy cuadriculado, y o va la
cámara, o no voy.
En fin, sólo cabe esperar que no me haya olvidado nada.
Claro, no lo he dicho por obvio pero también formarán parte de mi carga el DNI,
el pasaporte, la tarjeta crédito, y por supuesto, unas cuentas libras ya que
muy poquitos alojamientos en esta ruta admiten pago con tarjeta.
Así pues, todo listo. Pero antes de partir, amigos, comentaros
la parte más importante de estas líneas que escribo hoy en el blog. He estado pensando
mucho estos días sobre el sentido de mi viaje. No es que no lo tenga, todo lo
contrario, para mí lo tiene, y muchísimo, cada vez más, pero me quedaba con las
ganas de que esta aventura fuera también útil para alguien más y que el
objetivo no se quedara únicamente en recorrer kilómetros, disfrutar de la
experiencia y contárosla aquí en este blog. Tras darle muchas vueltas a la
cabeza, mi mochila y yo hemos decidido donar 1 euro por kilómetro recorrido a
alguna ONG u organización similar que elegiré a mi vuelta. Serán, si todo sale
bien - y si no también – unos 300 euros. Soy consciente de que no es una gran
cantidad, pero en cierta manera redondea y completa el sentido de este viaje,
que ahora sí, será además solidario y de provecho para alguien más que mi mismo.
Como ya decía el primer día que comencé el blog, creo justo
que aquellos a los que nos va más o menos bien, intentemos hacer a los demás un
poco más felices en la medida en que podamos, así que este es un primer paso. Había pensado solicitar inicialmente vuestra colaboración,
pero me parecía un poco egoísta dejar esa responsabilidad a otros, y me ha parecido
mucho mejor tomar esta decisión. Vosotros disfrutad (o al menos esa es mi
intención) de las crónicas de la ruta, que ya me encargo yo de lo demás.
Nada más por hoy, la próxima vez que escriba, si todo va
bien, os estaré escribiendo desde St Dogmaels después de los dos días de viaje,
que presumo serán un tanto tediosos, pero que por lo menos espero que transcurran
sin novedad.
Como dice un buen amigo, paz y amor.
P.D. IMPORTANTE. Si alguno de vosotros trabaja en alguna ONG, o conoce
muy de cerca algún proyecto interesante o iniciativa solidaria que quiera
contarme, estaré encantado de oírlo (enviadme un email privado) y donar el
importe directamente a la propuesta que me hagáis. Si recibo varias
alternativas, como me sería sin duda imposible elegir, haría un sorteo entre
las opciones y os comunicaría el resultado en el blog.
¡¡¡ Mucho ánimo Jim !!!
ResponderEliminarNos da mucha envidia el viaje pero seguro que lo vamos a disfrutar leyendo tus crónicas.
Veo que no te has olvidado ni de la cuerda, ni del adaptador de enchufe, que estos galeses tienen sus rarezas también. Lo del rollo denota un toque de profesionalidad senderistas de alguien muy curtido en este tipo de andanzas....Cuidate mucho y cuéntanos todos los detalles como tu sabes. Mar
Gracias Mar!!! Tienes razón, parece que esta vez no me olvido de nada... o eso espero! ;-) Ahora solo toca cerrar la mochila y salir pitando.
EliminarNos vemos a la vuelta.
Bss
Dear Jim,
ResponderEliminarHave a great time in Wales and enjoy whatever the way gives you. Only by alternative ways think twice...:))))
kisses and a big hug
Dear Dee Dee,
EliminarYes yes yes. No alternative ways this time, be sure! :)))))
kisses & bigfoot hug
cryfder a lwc ar gyfer yr her hon.
ResponderEliminarE.P de BelAir
Diolch!!!!
EliminarUn abrazo "Will".
Que envidia me das Jim. Ya me gustaría poder escaparme tan fácilmente y realizar
ResponderEliminaruna travesía tan bonita. Estoy ansioso de poder leer tus siguientes crónicas-vivencias en los próximos días.
Espero que todo te vaya bien y no tengas ningún incidente destacable. Aunque, por otro lado, eso es lo que da la gracia a este tipo de aventuras.
Yo te apoyaría a que si algún día deseas hacer surf, lo hagas sin tabla. Que los galeses vean como un españolito puede hacer surf con unos pinreles del 49.
Lo dicho Suerte y Animo.
Jorge
Qué pasa vecino!!
EliminarMe quedo con lo del surf sin tabla. Ya sabes eso de que a los españoles no nos ganan a nada, y no voy a ser yo menos...
Y esperemos no tener incidentes, pero sí muchas anécdotas que puedan dar un poco de vidilla a la ruta.
Hablamos a la vuelta.
Un abrazo.
asi me gusta...informandonos del itinerario por si acaso....!!
ResponderEliminarPor una vez te he hecho caso... ;) Pero no hay que preocuparse, todo irá bien!! :)))
EliminarMucha suerte Jim!! Ya estoy deseando entrar en el blog y que haya alguna entrada sobre el viaje!! 1beso
ResponderEliminarAna
Dear Jim,
ResponderEliminarMe queda la duda de si el bañador de pameritas es tipo bermudas o en tu afan de economizar espacio, es de los "apretaditos".... fotos pls.
Vuela y haz honor al nombre de tu blog !!!