“EL QUE FIJARE SU MIRADA EN LOS
PEQUEÑOS DETALLES SERÁ CAPAZ DE COMPRENDER LA INMENSIDAD DE LAS COSAS”. Eusebio
Leal Spengler.
Desde que me aficioné al mundo de
la fotografía, y siendo honesto conmigo mismo, he de reconocer que no he
profundizado demasiado en este arte, y en este caso no es falsa modestia,
simplemente no me he tomado el esfuerzo de aprender por pura pereza, mi
inseparable amiga de la que ya os he hablado otras veces. Y conste que lo he
intentado, incluso he llegado a hacer un curso intensivo, pero siempre acaban
superándome tantos conceptos técnicos: distancia focal, apertura, lentes,
balance de blancos, histograma, objetivos y un sinfín de definiciones que una y
otra vez se me atragantan y me hacen aparcar “temporalmente” el estudio en
detalle de la técnica para tiempos mejores...
Sin embargo, para mi sorpresa (y
mi suerte), lo que sí ha cambiado sustancialmente es la manera de ver el mundo
desde que poseo una cámara, y sobre todo, desde que salgo a menudo con ella.
Puedo afirmar sin miedo a equivocarme que ahora observo las cosas desde otra
perspectiva, una muy diferente, una que me está permitiendo desde hace un
tiempo mirar lo que sucede a mi alrededor de forma distinta, a veces
diría que fascinante.
No me importa en absoluto seguir haciendo
las fotos en automático, qué le voy a hacer. Ya os he comentado que de momento tendrá
que ser así, pero eso es completamente secundario cuando lo que sí tengo muy
claro cada vez que pulso el botón del disparador de mi cámara es lo que quiero
fotografiar y por qué lo quiero hacer. Me pasa incluso a veces que veo las
cosas que suceden delante de mí como esas repeticiones a cámara superlenta que
nos pone la televisión, y que nos permiten apreciar cada pequeño detalle de ese
gol o de ese saque del tenista, y sin embargo, soy consciente de que el ser
humano no posee esa capacidad.
Y aún mejor, cada vez estoy más
convencido que el hecho de no pasar por alto esos pequeños detalles cotidianos
forma parte, en mayor o menor medida, de un gran secreto, ese que el historiador
cubano Leal Spengler definía como “la capacidad de comprender la inmensidad de
las cosas”. Puede sonar un poco a filosofía barata, lo sé, soy el primero que
reniego de la misma, y seguramente lo que reflexiono ahora en mi cabeza al
tiempo que transcribo en este blog va más allá de lo que puedo explicar con
palabras. pero coincidiréis conmigo en que cada uno de esos momentos a simple
vista insignificantes que ocurren cada día delante de nuestras narices contienen
la esencia de la vida. Ni más ni menos. Ahí no cabe discusión.
Lo que viene a continuación son
algunas fotos de esos pequeños detalles, de esas personas anónimas y de esos
momentos fugaces que no quise dejar escapar. Todos ellos contenían algo
diferente, algo que me interesó, había una historia detrás de ellos, y sobre
todo, algo único, porque no hay dos instantes iguales, y cada uno que nos
perdemos, NO VUELVE A PASAR…
No importa si el detalle fue ese
pomo de la puerta que os causó especial asombro, ese defecto en la pared que os
pareció interesante, un botón del ascensor diferente de los demás, un niño bebiendo
agua en una fuente o esa anciana que cuidaba de su nieto en el parque. Ese
momento ocurrió, y fuimos testigos de algo único.
Se que muchos podéis pensar que
en algunas fotografía que comparto hoy con vosotros hay un poso de tristeza,
quizás algo de dolor, y estoy plenamente de acuerdo, pero es que la esencia de
la vida se compone igualmente de alegría y de pena, de gozo y de dolor. Ya lo
decía Andrés Montes, “la vida puede ser maravillosa”. Y es verdad, puede, pero
no siempre lo es, pero eso no quiere decir que debamos retirar siempre la
mirada de aquello que no nos gusta. Sería un error.
Poco más os cuento hoy. No hay
técnica en la fotografía que os traigo, sólo mucha pasión y como os digo, un
esfuerzo increíble por no dejar pasar nada sin prestarle ese segundo de atención
intentarlo captarlo tal y como lo he vivido. Como ocurría en uno de los post
anteriores, no se trata de una selección realizada de manera concienzuda, ni son
seguramente mis fotos favoritas, pero teniendo miles de ellas, era un ejercicio
de locos realizar ese trabajo, así que de nuevo un poco al azar, os dejo diez fotos,
diez instantes de vida, diez momentos que no se volverán a repetir y que ocurrieron
justo allí, justo delante de mi cámara durante los escasos milisegundos en los que
dura la pulsación del disparador…
P.D. A los que pensáis que no
sois buenos fotógrafos, a los que creéis que vuestras fotografías no son dignas
de mostrarse, a los que sentís vergüenza por compartirlas, recordad que ese
encuadre de esa escena en esa precisa milésima de segundo no lo hizo nadie más.
Vuestra foto es única, porque cada instante es único e irrepetible. Y cada foto
es una historia, o miles de ellas. Por algo se dice que una imagen vale más que
mil palabras…
http://www.youtube.com/watch?v=1K6ijX408Ok
ResponderEliminar