Si hay una capital europea que
causa emociones enfrentadas, esa es, con el permiso de Lisboa, la ciudad de
Budapest. Nadie queda indiferente ante la que fuera la segunda ciudad más
importante del Imperio Austrohúngaro. Ocurre que donde algunos sólo ven decadencia
u oscuridad, otros encuentran belleza y luz. Donde algunos observan decrepitud,
otros se asombran por su hermosura. Y ocurre a veces, como es mí caso, que la
conjunción de todas esas características se torna en una combinación
cautivadora e hipnotizante que me tiene atrapado desde hace un tiempo.
Bella decadencia, hermosa
decrepitud, luminosa oscuridad… Budapest es sin duda la representación física
del oxímoron perfecto.
Si la memoria no me falla, son ya
diez las veces que he visitado la capital de Hungría, miembro del listado de
ciudades Patrimonio de la Humanidad, y me apetecía desde hace tiempo hablar de
sus encantos, siempre desde un punto de vista muy personal que podría describir
como la mezcla de la visión del turista habitual con aquella del que comparte
con esta ciudad un pedacito – grande- de corazón.
Lo que figura a continuación son
10 propuestas sobre cosas que ver y que hacer si alguno de vosotros se anima a
viajar a Budapest, acompañadas por las fotos que he tomado en cada uno de mis
viajes a esta maravillosa ciudad. Algunas de mis recomendaciones no son nada
originales, y las podréis encontrar en cualquier guía turística de la capital
magiar. Sin embargo, he querido incluir otras proposiciones un tanto
alternativas y poco habituales que con seguridad no figuran en las guías, y que
sin embargo desde mi humilde prisma merecen la pena igual o más que el resto de
propuestas.
Una ciudad de casi dos millones
de habitantes tiene muchísimo que ver, así que no me cabe la menor duda que me
voy a dejar en el tintero con toda seguridad docenas de joyas que por espacio,
más que por desconocimiento, no puedo añadir. Imagino que lo mismo les ocurre a
esos editores de las guías top 10, o similares, a la hora de recopilar esas
listas. Y es que para gustos se hicieron los colores…
Pues – en un orden no
necesariamente de importancia o interés - vamos allá con esa lista.
1 - Los patios interiores de los
edificios en Pest.
Budapest es una ciudad
arquitectónicamente grandiosa. Para los que no conozcan la ciudad, ésta se
encuentra dividida por el Danubio. A uno de los lados, se encuentra la parte más
antigua y noble, Buda, con su vieja ciudadela y su castillo, y al otro lado, la
parte “nueva”, Pest, con su imponente parlamento y llena de enormes avenidas y
de viejos edificios fastuosos, herencia de tiempos mejores, que nada tienen que
envidiar a los que puede haber en Viena, París, etc… Cada uno de estos
edificios es un mundo aparte. Tras sus fachadas desconchadas y en algunos casos
aspecto desolador, se encuentran a veces auténticos tesoros…
Sin duda, colarme en los patios
interiores de estos enormes edificios de Pest es uno de mis pasatiempos
favoritos. En el momento que veo un portal abierto, no puedo evitar entrar cual
ladrón sigiloso cuyo objetivo no es llevarse nada sino contemplar la mella que
el paso del tiempo ha dejado en esos viejos pero fascinantes interiores, e
imaginar fácilmente cómo debieron ser en su momento de máximo esplendor. Si
también sentís fascinación por esa mezcla de contrastes descrita al principio
de este post, no dejéis de entrar a la primera oportunidad que encontréis.
Altamente recomendable, de verdad.
2 – El Gran Mercado Central
Cuando queremos conocer cómo
viven los habitantes de una ciudad y pretendemos adentrarnos un poco más en su rutina
diaria y empaparnos de su cultura, no hay nada mejor que acudir a los viejos y
tradicionales mercados. Allí podemos observar a los paisanos de toda la vida, los
que han acudido desde niños y lo siguen haciendo hasta la vejez. Me ocurre
incluso en mi ciudad, donde no dejo de sorprenderme cada vez que acudo al viejo
Mercado del Val para enseñarlo a los amigos foráneos que nos visitan, y es que
en ningún lugar como en estos viejos mercados se respira la tradición y el modo
de vida – cada vez más en peligro de extinción - de los habitantes de una
ciudad. Reconozco que siento una desmedida pasión por estos lugares.
En Budapest, el Gran Mercado Central
(Központi Vásárcsarrok) está situado en un emblemático edificio de más de 100
años junto al Danubio, y casi al lado del Puente de la Libertad (Szabadság Hid),
por lo que no tendréis problema en localizarlo. Os aconsejo deteneros en cada
uno de sus puestos, ver sus frutas, sus verduras, deleitaros con sus especias…
Incluso descansar algunos minutos en los pasillos laterales de su primera planta
a observar el movimiento del gentío de los locales mezclados con los turistas,
sentados en un taburete de alguno de los diminutos bares que allí se
encuentran. Ya os adelanto que la comida húngara no es demasiado diferente de
la española, sobre todo cuando hablamos de guisos, donde la forma de cocinar es
muy similar, a excepción de un mayor uso del “paprika” omnipresente en
prácticamente todas sus especialidades. También visitando este mercado podréis
comprobar por vosotros mismos que en lo que respecta a quesos y embutidos,
ambos son de exquisita calidad y no tienen nada que envidiar a los nuestros, a
excepción de nuestro jamón ibérico, evidentemente sin parangón en el mundo.
3 – La Isla Margarita
Si tengo que elegir un lugar por
donde pasear en Budapest durante los meses de primavera y verano, ese lugar sin
duda es la Isla Margarita. Esta singular isla en el medio del Danubio tiene una
longitud de casi tres kilómetros, a lo largo de la cual se suceden parques, praderas,
zonas deportivas e incluso de ocio con bares y terrazas donde permanecer hasta
bien entrada la noche. En los meses más calurosos (Budapest no tiene nada que
envidiar a España en cuanto a calor en verano), la Isla Margarita se convierte
en una fiesta de colores, de juegos, de gente haciendo deporte. Su pradera
central me recuerda enormemente, aunque en menor magnitud, a la de Central
Park. El acceso con vehículos está prohibido salvo los autobuses que te dejan
en el comienzo de la isla, así que prepárate a disfrutar de un agradable paseo
en un entorno de plena naturaleza.
Las fotos, tomadas en verano y
también en pleno invierno (éstas las reconoceréis rápido), dan buena muestra de
todo lo que os cuento. Si andar no es lo vuestro, también existe la posibilidad
de alquilar esos “carricoches” a pedales para dos e incluso cuatro personas,
que además de evitaros las caminatas, os permitirá dar rienda suelta a vuestro
instinto de Carlos Sainz o Fernando Alonso. Eso sí, a base de pedalear y
pedalear…
Y el resto de la lista... dentro de dos semanas. Mientras tanto, sed felices.
Besos y abrazos.